Cuando voy a un concierto me fijo mucho en la ejecución de los instrumentos, en como la banda se apodera del escenario, como se mueven, el manejo del público, las luces, las imágenes o efectos que usen y, obviamente, el repertorio. Repito, sin importar si la banda es nueva o vieja, criolla o internacional.
Obviamente sé sopesar los factores a favor o en contra que tenga una agrupación al momento de su presentación, por ejemplo: cuando vi a Metallica por primera vez, en 1999, sabía que estaría en un espectáculo de una de las bandas más grandes de la historia del rock, con un derroche de luces, potencia sonora, pirotecnia y demás que aún recuerdo con mucha felicidad. Cuando tuve la oportunidad de ver (y conocer al mismo tiempo) a Orphaned Land, en un toque casi que íntimo en el auditorio de la Alianza Colombo Francesa, en Medellín, en 2012, sabía que vería a un grupo en un espacio muy limitado, con pocas luces, pero que basó su espectáculo en un sorprendente concierto en el que la maestría en la ejecución de canciones complejas, una exquisita muestra de folclor judío y árabe, y una potencia increíble en las canciones más metaleras fueron protagonistas, demostrando la excelente calidad de estos simpáticos israelíes.
A lo que voy es que, un buen grupo, sin importar la parafernalia, debe tener la suficiente capacidad de ofrecer un buen espectáculo casi que en cualquier sitio, siempre y cuando haya un buen sonido y condiciones de acústica. En este punto es en el que fallan gran parte de las bandas de rock y metal locales y nacionales, muy a mi pesar y el de muchos fans que dudan en pagar 10 ó 20 mil pesos por verlas tocar, por más bien montado que esté el concierto o el "toque".
Metal con güevas
Motörhead, el mejor ejemplo de una banda de "metal con güevas". |
La invitación es que las bandas nuevas, las de trayectoria mediana y las clásicas retomen las bases que han hecho grandes a las agrupaciones insignias del metal o hard rock: la energía que transmiten a su público en vivo. Eso no se da de un día para otro, pero un gran paso es que, como dijo o parafraseó un gran amigo y colega, Napoleón Bermúdez García (http://medellinsinmusica.blogspot.com/), las bandas no hagan de su toque un "ensayo con público", sino un espectáculo basado en la seriedad con la que asumen su papel en el grupo y como exteriorizan la alegría o la energía con la que interpretan (no tocan) cada canción.
Para el metal, amigos metaleros, hay que tener (como dicen mis grandes amigos José David y Juan Diego López Medina) bolas, las pelotas bien puestas, porque ha falta que hace un grupo que pise duro y detone en tarima... Eso no lo da tocar death, thrash, hardcore (me perdonarán, pero en este género es donde más se dan la pela de la energía que transmiten a su público) o power, eso lo da la persistencia, la autocrítica y creerse el cuento sin posar tampoco de rockstars criollos. Hay muchas bandas locales que tienen esa ventaja, no entraré a citarlas todavía para no generar una polémica que, más adelante, plantearé por acá...
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