viernes, 23 de enero de 2015

¡Cómo duele el rechazo!

El rechazo, ese eterno invitado de turno a momentos clave en nuestras vidas... No te aceptan en un colegio, en una universidad, en un empleo, terminan con vos en un noviazgo, no te aceptan documentos en un sinfín de trámites, en fin. ¡Cómo duele el rechazo!

Pero, ¿qué hacer? Cuando ese impulso de demostrar lo que valemos, lo que somos capaces de hacer, la capacidad de redención, la intención de cambio, la posibilidad de perdonar y ser perdonado es frenada por cualquier tipo de razón, ¡duele!, golpea el orgullo sin misericordia.

Foto: http://www.webmarketingemprendedores.com/


¡Qué débiles somos ante los golpes contra el orgullo!  Cuántas lágrimas, rabias, preguntas y desesperos surgen cuando ese porqué, respondido o no, no corresponde al esfuerzo que hiciste en medio de fallas, procesos de ensayo-error, consensos fuertes y frágiles, lo que en últimas es lo que media en la cotidianidad de una relación sentimental o, incluso, en una experiencia laboral en la que prescindieron de tus servicios.

Es fácil decir "hay que levantarse, sacudirse el polvo y salir adelante", además, pareciera que no hay otra opción. Pero... ¿Cómo sobreponerse a la arrogancia que arropa la falsa humildad, la "superioridad moral", la intransigencia, la obecación y la terquedad de quienes no admiten el disenso, las libertades individuales, las condicionantes de vida de cada persona, eso que, finalmente, nos hace humanos, proclives a fallar, a decepcionar?

No puedo haberlo dicho mejor el maestro Sting. Pónganle atención a la letra, aplica para relaciones de todo tipo.

Presento disculpas a quienes se toman la molestia de leer este blog, pero esa espina que me causa la incomprensión, pese a los defectos que uno tenga en medio de su vida cotidiana y en la interacción con todo tipo de personas, la tenía que expulsar de alguna manera. Prometo seguir con mis temas rockeros y metaleros pronto...



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